Por Sergio Cardona Patau y José María Cardona Labarga
La ética en los negocios, o lo que
es lo mismo, la ética empresarial, está viviendo una fuerte moda actualmente en
todo el mundo.
Quizá
apoyada en los últimos escándalos financieros.
¿Por
qué ser ético?
¿Cómo
ser ético en los negocios?
¿Es
posible actuar siempre éticamente?
En
definitiva, ¿Qué es la ética empresarial?
La ética es una exigencia de la persona, no de los resultados económicos, ni
tampoco es exigencia de la ley positiva.
Es una exigencia personal, pues encamina y endereza a la persona hacia su fin
último, la excelencia humana.
Es
por ello que sólo existe una ética, la personal.
Hablar
de una ética específica de empresa o de la familia o de la sociedad es
parcializar el tema.
Ética es ciencia práctica que trata del comportamiento humano en cuanto que lo
encamina a un fin (su felicidad y excelencia) a través de una norma moral, la
más básica de las cuales es "haz el bien y evita el mal."
El ser humano se realiza en sus actos.
Todo
acto tiene carga ética, ya sea positiva o negativa.
No
existen actos neutros.
Cada
uno de ellos nos encamina a esa excelencia o nos aleja de ella.
Si
un carpintero hace chapuzas se convierte en un chapucero, si hace una obra
maestra, en un maestro.
No existe una buena manera de hacer una cosa mala.
Todo
lo que hace el hombre tiene que ver con la ética, abarca al ser humano en todas
sus dimensiones.
Cuando un líder de empresa aplica un sistema de dirección ético y eficaz, crea
una cultura de confianza ética y eficaz.
La
ética se fundamente en último término en la dignidad de la persona, porque toda
persona es un fin en sí misma, no está supeditada a otra cosa (el dinero, el
poder, la fama...)
Toda persona es alguien concreto con una riqueza e identidad propia, distinto
de otro y con una biografía personal.
No
debemos despojarle de lo que le hace ser él y le aporta su identidad.
Cuando no es así, manipulamos a la persona, la oprimimos y alienamos, hacemos
de ella un medio y con ello nos destruimos a nosotros mismos.
Nos
convertimos en manipuladores y monstruos.
Esta
es la acusación que pesa sobre los responsables de los escándalos empresariales
vividos.
La ética, por tanto, no es un modo de aumentar la rentabilidad de la empresa,
sino una manera de crear hombres y mujeres excelentes.
No
es un elemento más del management o del marketing, la política o la medicina,
sino que lo exige mi ser persona.
Se están implantando políticas éticas en las empresas para lavar la cara a
ciertos comportamientos y también como un instrumento rentable al largo plazo.
Sea
rentable o no (precisamente el comportamiento no ético es el más rentable,
sobre todo si no se le sorprende en el delito) la exigencia ética existe.
La legislación debe estar al servicio de la justicia.
Toda
ley se ordena al bien común y la justicia es el orden de la comunidad política
(Aristóteles).
Pero
ser ético no significa ser legal, va mucho más lejos.
Precisamente
existe un divorcio entre la legislación y la justicia (en cuanto virtud ética).
Se
dan acciones justas prohibidas y acciones injustas mandadas, que separan la ley
moral de la positiva.
Ante la pregunta que da título al artículo cabe sólo una respuesta posible: SÍ
es posible comportarse siempre éticamente.
No
se trata de ver si existe el hombre perfecto, sino si ante esta decisión que
ahora debo tomar puedo actuar éticamente.
La
respuesta tiene su fundamento en la libertad humana.
Soy
libre de tomar la respuesta adecuada y además soy responsable de ella.
Si contestáramos que no es posible siempre, dejaríamos la rendija abierta para
la ocasión del comportamiento inadecuado.
Hablamos de gestión por valores, que está bien, de gestión por hábitos, que
quizá sea más adecuado, y me atrevería a sugerir que empecemos a hablar de
gestión por virtudes.
La
virtud, como hábito positivo que es, es la que construye al profesional
excelente.
Virtud o hábito positivo es toda costumbre
en el pensar o en el actuar que lleva al profesional a conocerse a sí mismo, a
dirigir, desarrollar y ayudar a los demás, a trabajar con imaginación, coraje,
a actuar sin miedo a pesar de las circunstancias difíciles, a auto
comprometerse, a auto motivarse, a hacerse cargo de su vida, a tomar iniciativa
y a mejorar su equipo de trabajo, la empresa y la sociedad.
Crean lealtad, confianza y honestidad.
Producen resultados positivos.
"Del
miedo a la confianza ¡Desarróllese como directivo" José María Cardona y
Sergio Cardona, Editorial Díaz de Santos.
"Un hombre no
está acabado cuando lo derrotan; está acabado cuando se rinde”.
Richard
M. Nixon