Vivía un hombre a la vera del camino...

y vendía panchos.

No tenía radio ni televisión y no usaba celular o internet.

Sufría de la vista y por lo tanto no leía ningún diario.

¡Pero vendía buenos panchos!

Colocó un cartel sobre el camino, señalando cuán buenos eran los panchos.

Se paró a un costado y gritó: “¡Compre un pancho, señor!”.

Y la gente compró.

Aumentó sus pedidos de carne y pan y compró un negocio más grande para atender mejor a sus clientes.

Hizo venir a su hijo del colegio para que lo ayudara.

Pero entonces ocurrió algo.

El hijo le dijo: “Padre, ¿no has estado escuchando las noticias? Las cosas andan mal. La situación internacional es grave y la local aún peor”.

A lo que pensó el padre: “Mi hijo ha ido al colegio. Escucha la radio, lee los diarios, navega por internet, envía tweets y habla por celular. Por consiguiente, debe estar al tanto de los acontecimientos”.

Por que cual, el padre redujo los pedidos, quitó el cartel anunciador y dejó de pararse sobre el camino para vender los panchos, con el resultado de que las ventas decayeron prácticamente de un día para el otro.

“Tenías razón, hijo” – le dijo al muchacho. –“Por cierto que la situación es muy grave”.