“Quien
pisa con suavidad va lejos”(Proverbio Chino).
Elementos que ayudan a una buena
persuasión
Persuadir depende en buena medida
del arte de saber hablar.
"Por
medio de la palabra se adquiere el poder de manejar o persuadir a la gente sin
recurrir necesariamente a la fuerza física, y es improbable que antes de poder
hablar tuvieran los hombres opinión alguna que cambiar".
Persuadir es crear relaciones
eficaces.
Y las
relaciones eficaces descansan sobre la comprensión y la transparencia.
Si otras
personas están a nuestro cargo, producir una relación lo más igualitaria
posible.
Guiar al
otro.
No
criticarlo, no gritarle, no juzgarlo.
No decirle
siempre que venga hasta donde estamos nosotros.
Ir a su
encuentro y partir desde el lugar donde él está.
Para persuadir es necesario
establecer una relación transparente.
En lugar
de preguntar si quiere comprar o si quiere cerrar un acuerdo, preguntar: “¿Por
qué no lo compra?”, ó “¿por qué no cerramos trato?”.
Hay una
sutil pero importante diferencia entre la riesgosa invitación al otro a
contestar “Sí” o “No” (el primer caso), y la sincera interrogación por los
pensamientos y sentimientos del interlocutor (segundo caso).
Si usted no sabe sonreír, no sabe
persuadir.
La sonrisa
es uno de los elementos sensibles más importantes en la persuasión.
Siempre
que sea sincera, su impacto es inmediato.
Dice un
proverbio chino: “El hombre cuya cara no sonríe, no debe abrir una tienda”.
Persuadir también es ejercer el
arte de ceder.
La
persuasión es la base de una buena negociación.
Y una
buena negociación se consigue cuando se ejercita el arte de ceder.
"Peleando
no se consigue jamás lo suficiente, pero cediendo se consigue más de lo que se
espera”.
Por lo
tanto...
Si quiere persuadir, debe ser
flexible.
Es necesario
tener flexibilidad en la consecución de las metas propias.
La gran
pregunta siempre es esta: "¿Cómo puedo vincular lo que yo quiero con lo
que él o ella desea?”.
Al
intentar convencer a alguien, conociendo y respetando su objetivo, ejercemos
una influencia, o damos un consejo, pero no hay posibilidades de que las otras
personas piensen o sientan que hay manipulación.
Saber escuchar también es
persuadir.
Siempre
escuche al otro pensando que tiene razón desde algún ángulo, y aunque no lo
vea, búsquelo.
Persuadir es la habilidad de ir
obteniendo afirmaciones sucesivas del interlocutor.
Si uno
empieza diciendo que sí, es muy probable que termine diciendo “Sí”.
Y si
comienza diciendo que no, es muy probable que termine en “No”.
El método
socrático no era otra cosa que el método para obtener respuestas del “sí, sí”.
El gran
filósofo griego ejercía la habilidad de hacer preguntas con las cuales tenía
que convenir su interlocutor.
Los buenos modales y el humor son
los elementos de la persuasión.
Nuestra presencia
personal y nuestros modales pueden pesar más que nuestras palabras.
En cuanto
a su propuesta, también debe ser presentada de manera cordial, sin hallarse
privada de cierto humor.
Cualquier
información será más persuasiva si agrada a la gente.
Recuerde
que los acuerdos no suelen tener lugar en total ausencia de humor.
Ser preciso y concreto, persuade.
Los
argumentos concretos y directos son mucho más persuasivos que los indirectos y
generales.
Si hacen falta grandes cambios,
gradúelos todo lo que sea posible.
La gente
se inclina a actuar como ha actuado últimamente en situaciones similares.
Las
personas aceptamos mucho más fácilmente los pequeños cambios que las
variaciones drásticas en nuestras vidas.
Si usted tiene una idea o una
propuesta, no la considere meramente “suya”.
Debemos
aprender a trabajar en armonía con la naturaleza humana, en vez de trabajar en
contra de ella, si queremos influir sobre la gente.
Y uno de
los aspectos de la naturaleza humana es el principio de rechazar o permanecer indiferente
ante algo que parece totalmente ajeno.
Por lo
tanto, al presentar una idea, no lo haga con el espíritu de que es “suya”. Deje
participar al otro u otros en esa idea nuestra.