En la presente entrega continuaremos desarrollando el concepto de adaptación, unido en este caso al de experiencia, para intentar comprender y explicar el comportamiento de la gente en general y de los empresarios en particular.
Como lo explica la Programación Neuro Lingüística (PNL), adaptación es la aptitud para modificar nuestro comportamiento.
Es saber adoptar el comportamiento adecuado a una situación dada.
Es poner en práctica la antigua máxima: “Cuando lo que hace no funciona, haga otra cosa”.
Porque como dijo Einstein, “ignorancia es seguir haciendo lo mismo cuando quieres algo distinto” (aunque creo que lo que él definió con esta frase fue la “locura”).
Claro que es más fácil decirlo que hacerlo.
Casi siempre alguien repite una conducta porque aprendió a hacerlo, sus experiencias iniciales de aprendizaje generaron una creencia, que a su vez generó filtros (los criterios y valores) que no permiten a quien los usa actuar de otro modo.
Por eso, “todos los comportamientos tienen un sentido cuando se los analiza en su contexto”.
Sin embargo, también es cierto que “la experiencia suele ser como una llave inglesa en las manos de un joyero: muchas veces no se ajusta a las reales necesidades”.
Repetir decisiones y acciones exitosas del pasado, tomadas y realizadas en un contexto determinado, suele derivar en fracasos ante las nuevas propuestas del entorno.
A la realidad posible, el hombre común:
1. La imagina.
2. La desea.
3. Intenta transmitirla a los demás.
4. Se queja por no poder actuarla.
El emprendedor, en cambio, por lo general, la ACTÚA.
La lógica de comportamiento del empresario se expresa en el gráfico siguiente armado sobre la base de un desarrollo conceptual realizado por David Kolb.
A menos que se trate de alguien demasiado “arrojado” (por no decir inconsciente), antes de actuar el empresario o bien “siente” en sí mismo lo que debe hacer, “piensa” que las acciones que emprenderá son las correctas, u “observa” lo que hacen los demás (competidores, clientes o proveedores) para a su vez actuar.
Puede tomar cualquiera de las tres actitudes o una mezcla de ellas, y según lo que haga, el esquema variará como sigue:
Si piensa, puede utilizar el lado derecho de su cerebro y llevar a cabo un razonamiento lógico, o usar el lado izquierdo del mismo para innovar.
En ambos casos, lo importante es “pensar ANTES de actuar; después es tarde”.
En cambio, si observa, puede repetir la experiencia ajena, ya sea imitando lo que hacen los demás, o adaptando las acciones a su propia necesidad.
Hay un viejo principio en innovación que dice: “Al principio se copia; luego se mejora; finalmente, se crea”.
Ésta es la actitud que tomaron los japoneses luego de la Segunda Guerra Mundial, que los llevó a la posición que hoy día tiene su economía, y que de algún modo está siendo reactualizada por los chinos con enorme éxito.
En este juego sutil de cambio/adaptación (ver entrega anterior), el cambio puede ser interno o externo, y la actitud frente a él puede ser la de crearlo o adaptase, según se muestra en el cuadro siguiente:
Es decir, que pueden existir dos actitudes posibles:
• Cambiar frente al cambio (lo seguimos)
• Cambiar frente al no cambio (lo provocamos)
Cuando se presenta la segunda de las actitudes mencionadas, estamos frente a lo que se conoce como “agentes de cambio”, que son las personas que marcan un antes y un después en la historia.
Dice Blas Pascal: “Todos los males del mundo se producen porque el hombre es incapaz de estarse quieto en su habitación”.
Y agrega George Bernand Shaw: “Todos los progresos proceden de los hombres poco razonables”.
En todo este proceso de crecimiento obviamente existen errores de todo tipo.
Algunos de los más comunes en la gente son:
• Creer que las soluciones de ayer resolverán los problemas de mañana.
• Asumir que las tendencias actuales continuarán.
• Desdeñar las oportunidades de cambio futuro.
• Obviar la dirección y consecuencias del cambio.
¿Cómo eliminar los errores antedichos?
• Reconocer que el cambio está teniendo lugar.
• Identificar los cambios.
• Determinar el tipo y el trazado de cada cambio.
• Clasificar los cambios por importancia y probabilidades.
• Formular respuestas estratégicas para los cambios estructurales y respuestas tácticas para los cambios cíclicos.
En términos generales, el cambio puede ser:
• Exterior, y no me afecta.
• Exterior, y me afecta.
• Interior, en cuyo caso me afecta siempre.
Frente al cambio:
• Me resigno
• Me resisto y lucho contra él.
• Me adapto y convivo con él.
• Me aprovecho de él.
Vamos a terminar la presente entrega con algunas citas de Charles Handy (“The age of unreason”):
“Los que conocen POR QUÉ se producen los cambios, pierden menos tiempo en protegerse a sí mismos y luchar contra lo inevitable.
Los que se dan cuenta HACIA DÓNDE se dirigen los cambios pueden aprovecharse mejor de ellos.
Los que ACEPTAN los cambios, los usan, no se enfrentan a ellos.
Estamos entrando en la era de la sinrazón, en la que el futuro será hecho por y para nosotros, la única predicción segura es que no habrá predicciones seguras, y se pensará en lo probable y se hará lo irrazonable”.
Hasta la próxima.
Héctor.