El estadounidense Tim Templeton resume en su libro "The Referral of a Lifetime" (Berrett-Koehler
Publishers) cuatro ideas fundamentales para crear una buena agenda de
contactos.
Aquí algunos de sus consejos:
·
Descubra su esfera de influencia
Intente determinar el círculo de personas
sobre las que puede ejercer un control o influencia amigable con mayor o menor
facilidad.
Para ello, confeccione una lista de todas
las personas que conoce: su familia, amigos, antiguos compañeros de colegio, de
la universidad, de trabajo.
Tenga presente que no debe limitarse a
relacionar sólo a las personas que conoce, sino también a los conocidos de sus
conocidos.
Para no olvidar ningún nombre, intente
responder a estas preguntas sobre cada uno: ¿En qué trabaja? y ¿Qué es lo que
más le gusta?
·
Clasifíquelos en grupos.
Organice sus contactos en función de la
confianza que tienen en usted.
Sus conocidos más cercanos que seguramente
lo recomendarían probablemente sólo representen el 10% de los contactos.
En el segundo grupo se encuentran quienes
podrían recomendarlo si se diera el caso, siempre y cuando le demuestre que es
digno de su confianza.
Es recomendable que conozca más sobre ellas
para que pasen a formar parte de su grupo más cercano.
En un tercer grupo se pueden incluir a los
contactos sobre los que no está muy seguro de si lo recomendarían o le darían
la espalda.
Pueden ser personas a las que conoce desde
hace poco tiempo o con los que ha coincidido pocas veces, pero con los que ha
tenido cierta sintonía y con los que espera mejorar la relación de confianza
con el tiempo.
Con estos conocidos intente actuar igual
como con los del grupo anterior: trate de conocerlos más.
En el cuarto grupo debe incluir a quienes
sabe positivamente que nunca lo recomendarían.
A estas personas puede olvidarlas, ya que
no son parte de su área de influencia.
·
Piense en qué puede hacer por ellos
Una vez que sea consciente de cuántos
contactos forman parte de su agenda, debe buscar formas de ayudarles o de
ofrecerles algo.
El objetivo es que sean conscientes del
valor que tiene usted para ellos.
Para conseguirlo, debe idear acciones
constantes y efectivas.
Por ejemplo, poner en contacto a personas
de su agenda que tengan algún interés común.
Intente mantener el contacto con todos.
El objetivo de diseñar una red de contactos
no es otro que mantener de forma continua la relación con todos ellos.
La frecuencia de los contactos con cada uno
dependerá del grupo al que pertenezcan.
La ecuación del rendimiento
Según un estudio de Proudfoot Consulting,
líder mundial en mejoras de productividad, los españoles son quienes más horas
dedican a trabajar en Europa, por lo menos en las mediciones de 2004.
No obstante, la productividad de ese país
está entre las más bajas de Europa.
·
Los franceses con 1.483 horas al año, y los alemanes con 1.441 horas,
logran niveles de productividad de 60% y 64%, respectivamente.
Pero los españoles -que tienen entre un 21 a 25% la jornada laboral
más extensa- logran una productividad de sólo 61%.
·
Para que la cantidad de tiempo dedicado al trabajo brinde sus frutos, los
expertos recomiendan:
1. Convertir la productividad en estrategia.
No más frases impactantes: la cúpula debe
tomar las riendas e inyectar el cambio en toda la organización.
2. Fijarse objetivos ambiciosos.
Si plantea objetivos mediocres, tendrá
resultados mediocres.
3. Evalúe los cambios.
Un plan de productividad debe mejorar la
utilización de todos los recursos de la empresa. Por eso es fundamental evaluar
cada iniciativa.
4. Mejorar la planificación y supervisión.
La falta de control y una gestión
inadecuada son las principales causas de la baja productividad.
Por eso es crucial que los directivos
reúnan las condiciones básicas para ocupar el cargo.
5. Entrenar al equipo.
La formación, sin seguimiento y consejo,
sirve para poco.
Por cada hora de formación, cada directivo
necesita tres horas de tutoría personal.