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El que lleva el timón |
20 de Marzo, 2010
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Belous, Alicia |
El modelo de líder actual contempla no sólo su pericia sino también sus aptitudes personales para relacionarse con la gente. Afecto y motivación son más importantes que tener razón.
La mayoría de los seres humanos buscan líderes. También en el campo laboral se necesita un guía, un maestro que brinde contención y a la vez permita a los demás desarrollarse profesionalmente. Hay personas que rápidamente expresan su vocación y capacidad para liderar. son conductores natos, cuya solvencia se hace palpable a través de atributos y destrezas reconocidas por los demás. Pero un líder también se hace. El liderazgo se aprende y se construye; el mando se adquiere y las habilidades para ejercerlo se entrenan. Han sido muchos los discípulos que supieron capitalizar las enseñanzas de un maestro y lograron el consenso para erigirse en guías, ya que un verdadero líder nunca surge de una imposición arbitraria sino de un poder que se le cede y se le otorga por consenso. Por eso, también, el liderazgo se gana.
Habilidades El liderazgo eficaz acarrea siempre una habilidad cognitiva, una estratégica y otra social. La primera hace a su preparación y solvencia como líder. En lo estratégico, el líder eficaz empieza por anular esa antigua concepción por la cual los de arriba piensan y ordenan y los de abajo acatan y ejecutan, par generar una integración de pensamiento y de acción en todos los niveles. El rol de adalid de un grupo no radica en el verticalismo de la acción sino en constituirse en diseñador de estrategias, en la persona que define la realidad, marca el rumbo con claridad y establece un proyecto de grupo que es aceptado y compartido por los miembros de su equipo y que entra en sintonía con las expectativas de la dirección. Pero el líder eficaz es también un instructor, un servido y un docente en el proceso de aprendizaje y desarrollo de su gente. A él se le reconoce su capacidad de guía, de maestro, no como un ser infalibe sino como un ser plenamente humano.
Estrategia Dentro de las organizaciones exitosas las estrategias se forjan de manera artesanal. Por eso la clave radica en la flexibilidad para apartarse de una estrategia rígida y sustituirla por un pensamiento estratégico, capaz de dar respuesta a escenarios cambiantes. Para ello, el líder eficaz estimula el desarrollo personal de su gente, porque sabe que sólo a través de los talentos de sus colaboradores alcanzará su meta. El resultado será un capital único, proactivo, que avanzará hacia un proyecto consensuado. Pero antes, establece un equilibrio entre lo deseado y el posible. Y cuida que su propia capacidad como líder no termine eclipsando a sus colaboradores. Es por eso que conoce y aprecia los talentos distintivos de cada uno de los miembros del equipo y les asigna un espacio donde gestionar esas destrezas.
Conductas Un líder eficaz sabe soportar las tensiones sin transferirlas. Debe ser un gran metabolizador de las presiones y comunicarlas de un modo que no inhiban a su gente. Aún ante escenarios difíciles, tolera los errores. Sabe monitorear sin oprimir, delegar tareas y responsabilidades para luego supervisarlas y reasumir rápidamente el pleno control de mando cuando el escenario se lo impone. En tiempos de aguas mansas, debe generar un espacio para la innovación. Está atengo a los cambios y se anticipa a los problemas resolviendo sus causas y no actuando solamente sobre los síntomas en la superficie. Comparte los logros y los fracasos y sabe cómo premiar y entiende que si su gente genera logros, ese éxito le agrega valor a su conducción y a su negocio. Las habilidades como negociador son parte medular del liderazgo eficaz. La destreza en el manejo de estas herramientas pasa por comprender cuál es el interés central propio y ajeno, identificar el punto no negociable en ambos para generar acuerdos o aproximar posiciones, asumiendo que en algo siempre se deberá ceder. Si hay una persona que debe seer reubicada o separada por su disfunción dentro del grupo, el líder no debe temer actuar. Lo puede hacer de un modo claro y esto no implica maltrato sino transmitir la importancia de la eficiencia para el pleno funcionamiento de la estructura.
La función social La solvencia, preparación, experiencia, coherencia e inteligencia (lo cognitivo) son cualidades que por sí solas no alcanzan. A un líder eficaz también se le reconoce por su calidez humana y templanza, integridad y credibilidad. Ellas son el plus que le permiten revalidar día tras día su liderazgo, sin cuestionamientos graves que lo hagan tambalear. No sirven las estrategias de un interés ficticio por la gente; el acercamiento debe ser genuino y demostrado a través del reconocimiento. Como es el que define el clima laboral, el líder debe permitirse mostrar emociones. Ni alegrías ni enojos desmedidos; la respuesta emocional debe ser coherente y acorde a la situación que enfrenta. Por eso debe mostrar autodominio, estar siempre disponible y promover una comunicación amplia y desinhibida. En suma, un líder eficaz es aquel instaurado en el ideal del Yo, según la mirada de sus colaboradores. Por eso el líder lo hace grande a uno, y a la vez sabe nutrirse de su gente y sus ideas y generar un círculo virtuoso en el cual él y su equipo se benefician. Es aquel de quien se dice: "Mirá cómo lidera aquel hombre que ha hecho crecer a su gente y a su empresa".
Modelos obsoletos
Autoritarismo Sólo un ambiente de libertad llama a la proactividad. Está probado que el autoritarismo no es una herramienta ineficaz de liderazgo: genera sólo obediencia a través del miedo. Difícilmente la sumisión llame a la convicción, atributo indispensable para alcanzar logros y objetivos. El sometimiento a su vez esconde una enorme carga de agresión y malestar, muchas veces pasiva, que se vuelve contra el jefe o autoridad, los objetivos y la empresa.
Verticalismo Antes se creía que liderazgo era hacer ostensible el poder de mando, tomar distancia de los subordinados e impartir órdenes en un clima vertical, donde la materia gris era patrimonio exclusivo de los jefes que la exponían en un mar de certezas. El nivel de presión y descontento entre la gente era enorme, ya que al sentirse doblegada, la persona ve coartado su desarrollo junto al potencial de todo el equipo. |
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publicado por
hacheaefe a las 19:23 · Sin comentarios
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Sobre mí |
Héctor Alberto Faga
Escritor, poeta, novelista
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