¡Ah, las
empresas! Esos entes económico sociales en los que uno pasa 40 años de su vida.
Claro que hay maneras de pasar esos años, y maneras de vivir en sus estructuras organizacionales.
Depende de la empresa, del posicionamiento de cada uno y de la imagen que se construya.
Sin embargo, y un aspecto sustancial: ¿cuál es el perfil más adecuado del factor humano que mejor produzca para una determinada cultura empresarial?
Este perfil generalmente se analiza desde la demanda y pocas veces desde la oferta.
Por eso nos parece interesante obervar qué tipo de personalidad están requiriendo hoy día las empresas y cómo el factor humano no hace más que encolumnarse tras aquellas que, culturalmente, reflejan su misma actitud frente a la vida.
Veamos - de una manera simplista - el actual perfil actitudinal de los recursos gerenciales.
Muchos de ellos, por propia decisión, pertenecen al perfil de funcionarios.
Piensan y sienten como tales.
Su vida es sinónimos de su empresa, al punto tal de perder en ocasiones su verdadera identidad.
Viven con la camiseta bien puesta, aunque a veces mal transpirada.
Camisetas trajinadas al fin, pero mojadas por el ahogo y la falta de aire fresco que se respira dentro y fuera de la empresa.
Ahogo de funcionarios que "lo soportan todo", atados por una dependencia soñada pero agotada.
Que conviven con la empresa pero que no la aman.
Como esos matrimonios venidos a menos luego de varios años de casados, que sepultan diariamente esa lejana ilusión de una vida compartida.
Felicidad y esperanza que se evaporaron, como la transpiración en la camiseta de la empresa.
Esos son funcionarios-gerentes que soñaron con un casamiento feliz y que hoy no se atreven al divorcio empresario.
Porque de ese casamiento obtienen casi todas las satisfacciones materiales: ingresos, reconocimiento profesional y seguridad individual.
Buenos dividendos para un capital que no es propio sino ajeno, de la empresa.
Y aunque no todo sea perfecto y la insatisfacción vaya por dentro, la relación siempre "se puede salvar".
Además - piensan - "¿dónde encuentro otra para reemplazar ésta?".
Difícil tarea para los especialistas en monogamia, idóneos en el arte de dominar la microtécnica del negocio, pero débiles a la hora de ejercitar una microvisión empresaria.
Estos funcionario-gerentes-casados con la empresa, generalmente tienen miedo a lo nuevo, a lo desconocido, a los desafíos, al cambio.
En una palabra, miedo "a la aventura".
Predomina el recurso gerencial de pensamiento racional y lineal propio para mantener el negocio organizado, disciplinado y productivo.
También se nutre de la personalidad sensata, que hace culto a la autoridad de los hechos y a la realidad actual.
Confían en "todo lo que es", desconfían del "podría ser".
Pero no todos son funcionarios.
Están los profesionales-gerentes, los que se "enganchan" más con los proyectos que con la estructura empresaria.
Unos y otros rotando su rol con las circunstancias y enriqueciéndose mutuamente.
Para algunos proyectos empresarios, vigorosos amantes.
Para otras estrategias, contrato matrimonial.
De todos modos, siempre existe la posibilidad del divorcio... si es que ambos se atreven...