5 principios clásicos del management

El mundo está en constante cambio. Las tecnologías avanzan, los tiempos se acortan y ya nada es igual. Mejor dicho, casi nada es igual. Estos cinco principios resistieron el paso del tiempo y sirven como base para volver a pensar algunos temas relacionados con la gestión de las personas.

Acá los tenés,  ¿qué te parecen?

1. GIGO, “Garbage in,  Garbage out”
No se conoce al autor del principio. Quizás fue un frustrado hombre de sistemas, que sentado detrás de su computadora, notó que la información que obtenía de los proceso informáticos estaba directamente relacionada con la calidad de los datos que se habían ingresado.  El principio GIGO es trasladable a miles de situaciones en las que  por proveer un “input” mediocre, se obtiene un “output” aún peor. Se puede ver en muchas de nuestras reuniones cuando llegamos sin conocer la agenda o los temas. Y no me hagan hablar de la poca importancia que se da al proceso de selección de personal en las empresas. 
Entonces,  si nos preocupan los “outputs”, debemos prestar atención a la calidad de los “inputs”.

2. El efecto Pigmalión
El mito griego dio el nombre a la siguiente teoría: “las expectativas que tenemos sobre el comportamiento de los otros condicionan dicho comportamiento”. 
La idea detrás de este principio tiene una parte positiva y otra negativa. La positiva implica que si,  en nuestro rol de jefe, pensamos que nuestros colaboradores son capaces de realizar tal tarea en forma autónoma,  es probable que así sea. Al contrario, la parte negativa asegura que si pensamos que son ineptos o dependientes, es probable que nos lo demuestren. 
En síntesis, tratemos a nuestros colaboradores en base a lo que esperamos de ellos y no en base a lo que pensamos de ellos. Si no tenemos confianza en el éxito de nuestro equipo nos convertimos en un factor más que determinará su fracaso.

3. La ley de Parkinson
En 1957, mientras investigaba la historia de la Armada Británica. Cyril Northcote Parkinson descubrió que cuanta más gente se reclutaba, más trabajo aparecía, pero esto no implicaba una mejora en los resultados. Parkinson asegura: “las tareas, y el trabajo se expanden hasta ocupar la mayor cantidad de recursos disponibles”. 
¿Cómo podemos evitar caer en esta trampa? Planteando claros objetivos, responsables y plazos, bajando información sobre costos y cuestionando todo el tiempo si tal tarea central para nuestro negocio.

4. El principio de Peter
“Las empresas tienden a promover a sus personas hasta llevarlas a un nivel de incompetencia”, dice Laurence J. Peter en su libro El principio de Peter, de 1969. Esto sucede sobre todo en las empresas con empleo “de por vida”, crecimiento asociado a la antigüedad, y con muchos niveles, pero afortunadamente, las compañías modernas, orientadas a resultados y con estructuras organizativas chatas, no generan hoy ese problema.
La moraleja es: cuando promovemos a uno de nuestros colaboradores, debemos estar seguros de que su perfil y preparación es el adecuado para la nueva posición. De no ser así, seremos en parte responsables de su fracaso.

5. La ley del Efecto
Aparece como resultado de investigaciones de psicólogos conductistas focalizados en el éxito de los procesos de enseñanza y plantea que los comportamientos que inmediatamente son premiados, tienden a aumentar su frecuencia y por el contrario aquellos comportamientos inmediatamente castigados tienden a disminuir su frecuencia.
A pesar de que este último principio nos parece obvio es importante recordarlo. 
Entonces debemos brindar reconocimiento inmediato, claro y frecuente. De la misma manera, considere que dar retroalimentación negativa rápida y clara frente a un comportamiento no deseado, se convierte en una oportunidad.

En resumen: aprovecha todas las oportunidades que tengas, como jefe, de festejar los logros de tus colaboradores. Y no pierdas de vista, también, todas las situaciones en las que puedas señalar oportunidades de mejora.  
A veces es bueno volver a los clásicos! Esencialmente porque los errores que se cometen respecto de estos puntos son también… clásicos.